Posts Tagged ‘Meses que no corres’


 Te despiertas con el ruido insoportable del despertador.

Lo apagas.

—Quince minutos— me pides.

El cansancio. La flojera. No puedes vencerlos. No debiste acostarte tan tarde anoche, David. Te lo advertí. Me escuchaste, pero no me hiciste caso. Relájate. Te doy quince minutos pero ni uno más. Ayer me dijiste lo mismo y mira, dormiste hasta las ocho y no te paraste para salir a trotar. Sabes que el deporte te gusta. Que te hace sentir bien por el resto del día. Si no haces ejercicios, luego te arrepientes.

—Ya cállate—me dices—. Que te deje en paz esos quince minutos.

¿No lo escuchas? Es otra vez tu despertador. ¡Ponte las zapatillas y sal!

Te levantas.

Los pies te pesan casi como los latidos del corazón.

Te miras al espejo. Te peinas esos crespos alborotados. Te lavas la cara. Te vistes. Te vienen unas ganas terribles de regresar a la cama. Hace frío allá afuera, lo sé. Mucho frío. Y tu cama está tan calientita.

Ya, David. Déjate de estupideces y pretextos. ¡Eres joven y fuerte! ¡No jodas! ¿Hace cuántos meses que no corres? Sí, sí. Todos saben que María te dejó. Que se fue de la casa. Que se llevó al niño. Que desde entonces piensas que solo tienes mala suerte. ¿Y acaso crees en eso, David? ¿Crees tú en la mala suerte?

Te prometo que hoy será un buen día. Será diferente.

Vas a ver.

Por fin. No te olvides de la música. Te hará bien trotar con ella.

¿Viste? Empezaste a correr y te saludó una muchacha. ¡Sonríe hombre, sonríe! Que van a pensar que eres un amargado y tú no eres así. Nunca lo fuiste. ¡Vamos, dale un poco de música y ritmo a tu vida!

El mar. ¿Lo hueles? ¿Sientes su brisa? Está un poco fría pero te hace bien. ¡Aprieta el paso!  ¿Ves a esa señora? Si te fijas bien, se ríe. Yo creo que hasta canta.

El cielo. Míralo bien, David. Sí. Ya sé que en Lima es gris, pero tú puedes verlo del color que te dé la gana. Tú escoges. Imagínatelo celeste y con sol y que un viento fresco te impulsa. ¿Lo sientes? No me digas que no, David, porque a mí ya me están dando tremendas ganas de salir a correr y los latidos del corazón se me están yendo a galope. Escucha los tuyos. Van cada vez más rápido como si supieran que algo bueno te espera. ¡Vamos!

Y ahora ¿qué?

Te pones a pensar en Alonso. Y, claro. Es natural que extrañes a tu hijo. ¿Cómo no vas a echarlo de menos, David? En una de esas te animas y le dices que salga a correr contigo. Ya cumplió diez años. Con seguridad le encanta la idea. ¡Salir a correr con papá! Sí. Por fin te saco una sonrisa. ¿Te lo imaginas? Tu hijo. Tu Alonso.  Trotando a tu lado. ¡Sabes cuánto te quiere! ¡Dale! No bajes el paso. Siento tu corazón ir con más fuerza. ¡Cómo se te acelera, David! ¡Ese corazón tuyo sí que palpita con furia! Te dije que hoy sería un buen día. ¡Suda! ¡Toma aire! ¡Canta! ¡Para eso llevas tu música! Nadie te escucha. Eres libre. Siente la vida. ¡Disfrútala!

¿Y entonces?

¿Cuál es tu apuro?

¿A dónde crees que vas? ¡David! ¡Ven acá! ¡Es una orden! ¿No me entiendes? ¿Qué te pasa?

¡No sé lo que piensas!

¡Sonríes!

Por fin te veo feliz.

¡Vete ya!

Lima, 22 de agosto de 2015