LA GITANA DE ROJO (Cuento) Mayo 2017

Posted: 21 May, 2017 in 2017
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–¡Ven! ¡Acércate! ¡Te leeré la palma de la mano! –me dijo la gitana de vestido rojo.

Como cada tarde, paseaba por el parque con Teresa, mi hija de ocho años.

–¡Ven! –me insistió una vez más la mujer. Su pelo largo y negro, recogido con un brillante lazo del mismo color que el traje, le hacía destacar la blancura de la piel.

La gitana se acercó a nosotras de tal forma, que nos obligó a apoyarnos en el muro de una casa que daba directo a la angosta vereda por la que caminábamos.

Y allí estábamos Teresa y yo, rodeadas de sedas y tules, verdes, amarillos, granates y turquesas, que cubrían los cuerpos de unas siete mujeres, pero sus miradas no.

De pronto, sucedió lo inevitable: los ojos verdes de la mujer se clavaron en los míos marrones y en ese momento llorosos.

Quedé dominada.

“¡Mi hija!” pensé saliendo por un instante del hechizo al sentir que mi pequeña se abrazaba con fuerza de una de mis piernas.

–¡Muéstrame la palma de la mano izquierda! –me ordenó la mujer de sedas rojas–. ¡Te diré tu futuro!

Yo no le respondí nada y no es que no quisiera haberlo hecho, sino que no fui capaz de ello.

–La fuerza de las olas del mar jamás te dejará libre –me dijo la gitana al tomar mi mano con suavidad y observar sus líneas–. Las invito a que me acompañen a mi mansión mágica.

—Las olas del mar. Las olas del mar… —repetían las mujeres en un suave tono que me hacía sentir parte de ellas.

–¡Magia! ¡Magia! –oí decir a Teresa.

–¡Es pura magia! –recalcó la gitana–. ¡Las llevaré a nuestra mansión donde serán felices para siempre!

—Las olas del mar. Las olas del mar…

–¡Mi anillo! ¡Devuélvamelo! —le reclamé a la mujer de rojo que seguía clavándome sus ojos verdes y malditos.

–Solo es magia –dijo susurrándome al oído mientras frotaba muy despacio y haciendo pequeños círculos las yemas de sus dedos índice y pulgar y me explicaba que allí estaba mi anillo de oro, convertido ahora en retazos de paja.

–Al llegar a nuestra mansión tendrás otra vez tu anillo en la mano –agregó la gitana de turquesa.

“¿Cómo habían conseguido quitármelo? Si las acompañaba a su mansión ¿podría recuperar mi anillo de matrimonio? ¿Tendrían acaso una mansión? ¿Debía aceptarle esos retazos de paja?”

Con detenimiento observé las manos de la gitana de rojo. No dejaba de frotar en círculos sus dedos huesudos, secos y arrugados.

Quedé perdida una vez más, pero esta vez era el movimiento parejo y rítmico de sus dedos el que me dominaba.

–¡Vámonos, mami! ¡Tengo miedo!

La voz nerviosa de Teresa me sacó del estado de abstracción al que me habían llevado esas mujeres que cada vez se nos acercaban más, invadiendo nuestro espacio, robándonos el aire y hasta la posibilidad de salir de ese torbellino.

Sentí a mi hija al abrazarse de una de mis piernas. Era tan chiquita.

–Es solo magia. Es solo magia. La fuerza de las olas… –repetían las gitanas a coro haciendo un círculo a nuestro alrededor.

–Vengan a nuestra mansión.  Allí encontrarán el anillo –dijo la gitana de rojo.

¿Y mi cartera?

Sí. Allí estaba. Todavía la tenía colgada del hombro.

El color anaranjado de mi bolso se dejaba ver entre los tules y sedas que por instantes habían llegado a envolvernos.

–¡No les creo! ¡Devuélvame mi anillo ahora! –reclamé levantando la voz–. ¡Policía!

Y la mujer se frotó las yemas de los dedos haciendo círculos constantes y se me acercó al oído una vez más para susurrarme “tranquila, mujer, tranquila” y de un momento a otro, sin que yo pudiera entender cómo, aquel retazo de paja, volvió a ser mi anillo.

–¡No puedo respirar, mami!

–¡Policía! ¡Auxilio! –grité con toda mi fuerza al sentir la angustia de mi hija y, de pronto, en medio de aquel laberinto, vi abrirse la puerta que había en el muro de la casa al que en algún momento las gitanas nos habían obligado a apoyarnos.

–¡Vengan! ¡Vengan! –nos invitó a pasar el hombre que se asomó por ella.

La sonrisa tierna del sujeto, me hizo sentir confianza en él. Su cara llena de pequeñas arrugas y el pelo abundante y blanco, hacían ver que se trataba de una persona bastante mayor.

“De alguna forma habrá escuchado mis gritos” –pensé.

A esa hora de la mañana, el parque estaba casi vacío, así que, irónicamente, nuestra única salida era entrar por esa puerta.

Tomé aire con fuerza.

Traté de arrancharle mi anillo a la gitana.

Ella cerró el puño impidiéndome recuperar mi joya.

En ese momento, levanté a mi hija, la protegí entre mis brazos y al hacerlo, dejé caer mi bolso.

No me importó.

Tenía que hacerme paso entre esas mujeres y alcanzar la puerta.

–¡Entren! ¡Entren! –nos dijo el hombre al cerrarla de golpe detrás mío y de mi hija–. Bienvenidas.

Teresa y yo, seguimos a nuestro salvador en silencio. Atravesamos el largo jardín trasero que llevaba a la sala.

Nos invitó a entrar.

La casa era inmensa. Parecía un castillo de techos altos y plateados. Los pisos estaban cubiertos con tantas alfombras persas que casi no se alcanzaba a ver el mármol que protegían. Los sillones estaban cubiertos por mantos y cojines amarillos y azules con incrustaciones brillantes. Antiguos jarrones y candelabros de plata la hacían ver aún más lujosa. Lámparas colgantes celestes decoraban el techo.

–¡Mamá! –dijo Teresa–. ¡Tu cartera está en la mesa!

Y fue en ese momento cuando sentí entre mis dedos el anillo. ¡No podía ser cierto! ¡Lo tenía puesto!

El ruido de un golpeteo constante llamó mi atención. Venía acompañado de una brisa fría y salada que se colaba por alguna puerta o ventana y que sentía en mi rostro.

Busqué con la mirada y me encontré con la mampara de la parte delantera de la casa.

–¡Qué lindo! –dijo Teresa–. ¡Es el mar!

Una tras otra, la fuerza de las olas azotaba la arena, arrastrándola.

–¡Bienvenidas a nuestra mansión! –nos dijo la gitana de rojo.

 

 

Rossana Sala

Mayo 2017

Comments
  1. Ram says:

    Muy lindos y coloridos cuentos para adultos niños y niños niños

    https://polldaddy.com/js/rating/rating.js

  2. Taty says:

    Me.acuerdo que algo te paso con tu anillo de promocion y una gitana, remodelaste tu historia, te pusiste una hija….. y mas

  3. Norha Mendieta says:

    Hay un suspenso permanente que nos hace recordar situaciones parecidas. Estoy de acuerdo con José Luis quien dice que tiene la impronta de un sueño. Las descripciones de las personas y los lugares son bien logradas. Me gustó este cuento y me dejó pensando el final.

  4. Pelusa Estremadoyro says:

    Que miedo…. yo también me sentí envuelta por la gitana. Como los haces Rossana… en 4 palabras logras hacer que uno esté dentro del relato. Que dominio!!!

    Enviado desde mi iPhone

    > El 21 may. 2017, a las 8:13 p.m., RODANDO ENTRE LÍNEAS escribió: > > >

  5. josé luis says:

    Lindo cuento. Para mí, tiene como la impronta de un sueño… Y tiene, además, la virtud de situar al lector justo en el escenario de los sucesos narrados, y eso, en mi limitado entender, es un logro bastante meritorio. Felicitaciones, mi querida amiga escritora!
    jlpc

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